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El origen del masaje tailandés está ligado a los monjes budistas, ya que se enseñó en los monasterios. Resulta de la fusión del masaje con las posturas asistidas del yoga y de los principios del budismo, como el amor desinteresado y la compasión.
Se basa en la relación armónica que hay entre cuerpo y espíritu que hace fluir la energía por todos los meridianos (sistema de canales del cuerpo) y su principal función es restablecer el equilibrio energético en el cuerpo.
Comparte todas las propiedades con el masaje tailandés tradicional y, además, aporta la relajación de los aceites aromáticos que se usan en su aplicación.
Relaja totalmente el cuerpo y aporta una agradable sensación de energía.
Se realiza sobre un futón y sin ropa para poder aplicar los aceites esenciales seleccionados por Kinuan.
Está recomendado para liberar toxinas, activar la circulación, reducir tensiones musculares, equilibrar el sistema nervioso y mejorar la elasticidad de la piel.
Actúa trabajando sobre las líneas energéticas del cuerpo o “SEN” para equilibrar la energía vital, actúa sobre cuerpo y mente.
Su técnica se basa en amplios estiramientos y movimientos de presión y manipulación de articulaciones. La masajista utiliza manos, codos, antebrazos y palmas de los dedos. Se realiza sobre una cama-futón con ropa cómoda.
Mejora la circulación sanguínea y linfática y el sistema inmunitario, ayuda a ganar flexibilidad, recuperar energía y vitalidad, liberar tensiones en cuerpo y mente, calmar dolores de cabeza, cuello, espalda y hombros y prevenir enfermedades.